miércoles, 18 de marzo de 2009

Miércoles de Cuentos: Carta de Reclamo


No es un cuento, es una carta... de reclamo...

Señor Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Pte.
Tomando en cuenta los reiterados reclamos manifestados por nuestros compañeros a lo largo de este año académico, queremos presentarle el siguiente problema: los aranceles que tienen que costear distintos estudiantes de nuestra universidad, han estado en una escalada constante desde hace varios años.
Sólo un pequeño porcentaje de la población nacional está en condiciones de pagar al contado el arancel de las carreras de nuestra Universidad. La situación se vuelve más dramática si es que los padres que pagan tienen a más de un hijo matriculado en nuestra institución. Los créditos disponibles no alcanzan para todos los alumnos cuya condición económica no les permite pagar la Universidad. Y, aunque algunos universitarios logran acceder a créditos, los intereses de estos últimos repercutirán en la ya desigual condición económica de los alumnos por lo menos durantes diez años después de egresar.
Además, si tomamos en cuenta que los créditos basados en un arancel referencial no cubren el costo total de la carrera, sino un porcentaje de ésta. Para los alumnos y sus familias, esta diferencia representa un gasto que está fuera del presupuesto de varias de ellas.
También, cabe recalcar una cláusula irregular en los contratos de matrícula de los novatos ingresados en el presente año (2008). Esta indica lo siguiente: "Bla, bla, mucho para escribirlo acá, además la cláusula... bueno, ya verán". Si esta no es firmada, ekl alumno no puede ingresar a la carrera, por lo cual ya ha sido denunciado al }Sernac por faltar a la ley del consumidor.
Esta situación, al parecer, no ha sido tomada en cuenta por las autoridades universitarias, incluida usted, ya que su accionar con respecto al problema no ha sido coherente con el espíritu que representa esta institución de carácter religioso.
Una gran verdad de nuestro país es que la distribución de la riqueza es desigual. Sin embargo, las aptitudes y conocimientos que permitirían a un individuo educarse exitosamente en nuestra prestigiosa institución, abarcan un grupo más amplio que el selecto grupo que tiene la capacidad económica para pagar esta universidad. Esto significa una apelación directa a la moral de la Universidad. El espíritu cristiano y católico debiese abogar por brindar la posibilidad de que quienes poseen talentos, los desarrollen. En este momento, la Universidad está faltando a este valor cristiano, porque está dejando fuera de esta institución a un valioso grupo de personas cuyo intelecto podría potenciarse en esta casa de estudios. Jesús habló en la parábola de los talentos, acerca de la importancia de hacerlos crecer, pues eran un don de Dios ¿Es ético para una Universidad Católica poner obstáculos directos para seguir las enseñanzas de Jesús?
Como parte de nuestra solución, proponemos que se vuelva al sistema de arancel diferenciado. Este sistema consiste en que cada persona pague según lo que permite su situación económica-familiar. El déficit dejado por esta medida, podría cubrirse destinando la mitad del dinero del cobre que el estado actualmente dirige a la Fuerzas Armadas. Este dinero, corresponde al 5% de las ganancias estatales del cobre, beneficiaria a los mejores estudiantes de Chile y a toda la nación.

Atte.
Gabriel Ardiles
Jaime Grijalba
María Ignacia Melo
José Joaquín Suzuki

Nota: 6.0
Lo bueno es que gracias a esta carta (no en realidad), ahora no existe esa cláusula, pero muchas cosas siguen MUY MAL.

2 comentarios:

xupi42@gmail.com dijo...

"El espíritu cristiano y católico debiese abogar por brindar la posibilidad de que quienes poseen talentos, los desarrollen"

podría ser

"El espíritu cristiano y católico debiese abogar por brindar la posibilidad de que quienes poseen dinero, lo ocupen"

NO al poder de la inteligencia, viva el dinero que se puede conseguir, no así el talento.

Jaime Grijalba dijo...

Completamente desubicado.
Usted ya no tiene esperanza, respeto ni vergüenza; no es más que una caricatura de usted mismo, declamando cosas indefendibles por el gusto de su indefensa. Qué pena que no vea esto nunca, sería bueno que respondiera.