David DeCocteau puede hacer muchas películas muy malas, y esta puede que no sea su peor, pero el hecho de que tome el nombre de una de las historias más queridas de Edgar Allan Poe y lo transforme en una soft porno mezclada con malos efectos especiales y un montón de historias sin sentido de distintos personajes que se acercan a esta mansión maligna como si fueran vaquillas al matadero, como si fueran las nuevas víctimas de Jason, sólo para ser conejillos de indias del experimento más aburrido de la historia... me hace enojar. La presencia del péndulo sólo como excusa para el título es tan triste y la adecuación a los tiempos modernos no le añade nada salvo por la moda de los jóvenes, su forma de hablar y poco más. Los actores son malos y sujetos a vejaciones propias de un director de cine porno: los hombres son obligados a besar y simular tener sexo con otro hombre... y lo mismo para las mujeres. Supuestamente veo una película de terror, no quiero ver soft porno homosexual de segunda categoría (aparte, cualquier homosexual se sentiría ofendido por cómo son puestos en escena como un montón de víboras voraces debora-hombres/mujeres que sólo les importa el sexo). Curioso que un producto así de explotación haya decidido irse por el lado de la sensualidad homosexual en comparación con la sensualidad heterosexual, que, según mi perspectiva, le vendería a un público más amplio, pero de verdad no quiero caer en generalizaciones que me pueden hacer caer en un cliché o dejarme como homofóbico, porque debo decir que ese giro (extraño para el cine de terror/explotación) es lo único interesante de esta abominación al nombre de Edgar Allan Poe. No es recomendable ni para reirse, porque es aburrida.
3/10
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