Es conocida la posición de Christopher Lee sobre el papel que lo haría más famoso en su período actoral. Él odiaba el personaje de Drácula, creía que no tenía contenido, que no era divertido, que los guiones que escribían para él no eran lo suficientemente buenos, que era mejor que se olvidaran del personaje en la Hammer. Hubo una ocasión en que simplemente se negó a decir sus parlamentos y decidió actuar el papel de manera completamente muda. No tomaba en serio el rol, aunque vez que lo interpretaba, lo hacía de manera impecable, limpia y magistral, una belleza irreplicable... o tal vez sí. Es extraño que un año después del estreno de "Dracula" (1958) una de las obras de la Hammer más conocidas y exitosas, además de críticamente valorada, Christopher Lee aceptara realizar un papel muy parecido a Drácula en la producción italiana Uncle was a Vampire, dirigida por el inmortal y más conocido director de comedias italianas de todos los tiempos: Steno.
Es curiosa su aparición y su uso, obviamente marqueteado al máximo en su tiempo poniendo a Christopher Lee en los posters como si fuera un personaje que apareciera en toda la película (aunque algunos podrían decir que aparece más que en otras cintas de Drácula de la Hammer), sin aparecer por mucho tiempo. Él cumple el papel de ser el tío de nuestro protagonista, un clásico avatar del cine de comedia italiano: un bajito sin mucha suerte en el amor, pero que siempre resulta ser un deslenguado que de alguna manera u otra termina teniendo a la chica de sus sueños. La historia en sí toma ese arquetipo y lo pone como dueño de un enorme castillo, el cual tiene que vender para poder pagar sus impuestos, vendiéndolo a una cadena hotelera. Al hotel llega un enorme paquete, un ataud que tiene al tío, que ha anunciado su llegada al castillo de su sobrino para poder visitarlo. Claro, el tío es un vampiro interpretado por Christopher Lee, el cual empieza a hacer de las suyas, ocasionando en la final conversión de nuestro personaje principal en un vampiro sediento.
Lo malo es que esto ocurre en el minuto 45, como a la mitad de la película, y es entonces donde agarra un ritmo y un humor imprecedente hasta ese momento, que se encontraba bastante flojo y aburrido, siendo Christopher Lee la principal razón para estar atento. Estos momentos, en los cuales cuenta la mordedura de 42 doncellas por parte de este curioso personajillo que empieza a peinarse y vestirse como Bela Lugosi, hace de la película algo que puede dejarse ver de su mitad en adelante. La primera mitad yo la adelantaría, porque de verdad tira para abajo una película que de verdad pudo haber sido muy divertida si se hubieran empezado a forzar ciertos elementos como el hablar a cámara o los juegos de capas y disfraces que ocurren en la segunda mitad.
6/10