El Nuevo Blog, por Jaime Grijalba
No conozco a Juan Luis Martínez, no sé quién es Juan Luis Martínez, no sé cómo es Juan Luis Martínez, sin embargo, ahora lo siento dentro de mi, hablándome, diciéndome cosas, como si tuviera una conciencia propia que ha contaminado la mía y me ha dejado sin posibilidad de decir nada que no sea poético... o tal vez no poético, pues poesía no es algo que se haga, es algo que se vive, algo que se respira, algo que viene desde una conciencia más allá de nosotros. Creación pura y nada más.
- Mamá, ¿sabes quién es Juan Luis Martínez?
- No... ¿quién es?
- Un poeta.
- Ah...
- ¿Quién?
- Juan Luis Martínez, papá.
- Ni idea.
Estaba esperando algo así en el cine chileno, pero nunca pensé que vendría de mano de a) un cortometraje, b) un documental. Sabía que tenía que haber alguna película chilena que me produjera tal nivel de entretenimiento (siempre un factor Clave para mí) y a la vez un impacto personal. Fue a ambos niveles y fue simplemente un silencio absoluto en la sala de clases luego de que este cortometraje hubo terminado, todos estuvimos de acuerdo que era de lo mejor, cosa que es difícil que pase en una sala de clases, sobre todo cuando se estudia cine (me he ganado burlas por decir cosas como "me gusta Tarantino", idiotas).
- ¿Qué les pareció chicos, chicas?
- ...
- ¿Conocen a Juan Luis Martínez?
- ... No.
- ¿No han leído nada de él?
- No... pero ahora sí.
¿Cómo es posible que todo y nada sea real al mismo tiempo?
- ¿Y está en youtube?
- Sip, obra maestra.
Creo que "La Desaparición de una Familia" de Juan Luis Martínez sea una de las mejores piezas escritas de la historia de la literatura universal. Incluye cuentos, novelas, poemas, todo ensayo habido y por haber, creo que he encontrado a la verdadera poesía. Creación sin fin, algo que conecta conmigo pues siento que lo escribo yo a medida que lo leo o lo escucho, es un poder sin límites que se siente en mis venas, la dificultad está en lo inaccesible de sus libros, obras visuales infinitas y limitadas a la vez.
La Desaparición de una Familia, Juan Luis Martínez.
Antes que su hija de 5 años
se extraviara entre el comedor y la cocina,
él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña,
pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
se extraviara entre el comedor y la cocina,
él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña,
pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
Antes que su hijo de 10 años se extraviara
entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes,
él le había advertido: "-Esta, la casa en que vives,
no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello
y ancha tal vez como la aurora,
pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
Antes que "Musch" y "Gurba", los gatos de la casa,
desaparecieran en el living
entre unos almohadones y un Buddha de porcelana,
él les había advertido:
"-Esta casa que hemos compartido durante tantos años
es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo,
pero, estad vigilantes
porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta
y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza".
Antes que "Sogol", su pequeño fox-terrier, desapareciera
en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso,
él le había dicho: "-Cuidado viejo camarada mío,
por las ventanas de esta casa entra el tiempo,
por las puertas sale el espacio;
al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta
y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".
Ese último día, antes que él mismo se extraviara
entre el desayuno y la hora del té,
advirtió para sus adentros:
"-Ahora que el tiempo se ha muerto
y el espacio agoniza en la cama de mi mujer,
desearía decir a los próximos que vienen,
que en esta casa miserable
nunca hubo ruta ni señal alguna
y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza".
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