domingo, 11 de marzo de 2012

Akmareul boattda (2010)

Este es mi segunda colaboración para la Korean Cinema Blogathon 2012, que trata de que durante una semana, del 5 al 11 de Marzo, no se hable más que de cine coreano en las webs de cine y de cultura en general. La Blogathon es organizada por New Korean Cinema y CineAwesome, para que vayan y tengan más información sobre los posts y eventos que se llevarán a cabo durante esta semana. Ahora me he inclinado por uno de esos post tributo-libres que hago cuando una película entra entre mis favoritas, así que vamos.

Dos Caras, por Jaime Grijalba.
Hay algo dentro de I Saw the Devil que se asimila y a la vez se diferencia de las otras cintas de venganza que pueden encontrarse dentro del cine coreano. Lo que la asemeja es el tema, obviamente, se trata de un hombre que busca venganza del asesino que ha matado a su novia, y en su construcción está lleno de giros, momentos increíbles e impresionantes de lucha y suspenso, que brillan por su excelente fotografía e impecable montaje. Sin embargo, a la vez es distinta, porque mientras que en las cintas de venganza siempre buscamos y la esperamos, generalmente esta no ocurre de la manera que creemos, y estamos esperando hora y media o dos horas para que llegue el momento de la venganza y nos sintamos por fin satisfechos, pero no acá. El problema es que nuestro agente de venganza no se demora más de media hora o cuarenta y cinco minutos de película en encontrar al autor de ese y otros múltiples crímenes parecidos y violentos contra mujeres, pero aún así nos mantenemos en suspenso durante las dos horas que dura la película y la razón es que estamos viendo un juego, el juego más macabro del que seremos testigos, mucho mejor que cualquiera de las versiones de Saw, un juego de venganza en el cual la muerte es el final, pero nunca es el fin.

El momento en el cual Byung-hun Lee y Min-sik Choi se ven por primera vez debe ser uno de los momentos más tensos en la historia del cine, no por el evento en sí (que de por sí ya es suficientemente tenso cuando notamos que finalmente se encontraron), sino por la reacción del público, por un segundo pensamos que la película es floja y ha adelantado la venganza, pero la mirada de Lee y su posición enmarcada en la entrada, entre hileras de plantas en un invernadero donde las peores atrocidades homicidas se han cometido. En un momento, con un segundo de encuadre más de lo necesario, con una mirada fija y una frialdad absoluta, el momento se vuelve tenso y se repite hacia el infinito por el puro hecho de contar con la participación del público, somos testigos del empezar de un juego demencial e infernal, porque sabemos que Lee no lo va a matar, porque lo hubiera podido hacer rápidamente, así que tememos y nos ponemos tensos ante la perspectiva de que se van a convertir en monstruos y van a sacar a relucir lo peor de lo peor que hay dentro de sus almas. Es violento, hace daño, es increíble.


Hay algo en el montaje y el ritmo de la cinta en general que resulta curioso. Es pausado, tremendamente pausado, pero no de forma lenta como para latear al espectador, sino como si las cosas sucedieran, al más puro estilo de la imagen-tiempo, tanto los planos como la cámara y las situaciones suceden y se dejan estar por el tiempo necesario que necesitan estar. Por ejemplo, hay una escena en la cual nuestro psicópata (el original, no el que ha creado la circunstancia) se dispone a violar a una enfermera que lo ha tratado de las heridas que le ha hecho el hombre que se quiere vengar de él. Entonces nuestro querido psicópata (haciendo de un Oldboy mucho más desesperado y sin ningún afán más que el de su propia satisfacción) empieza a pedirle a la enfermera que se desvista y se prepare para ser violada, que es bella y le gusta mucho, todo esto sin ningún tipo de montaje paralelo que nos venga a anunciar qué es lo que viene, estamos viendo siempre la desesperación en el rostro de ella, la tranquilidad y excitación en Choi que aumenta a medida que ella parece resisitirse más y más a todo lo que sucede. Estamos siendo torturados por una visión de la cual no podemos escapar, y eso indica una enorme cualidad en las manos del director Jee-woon Kim, que con esta cinta se ha consagrado y vuelto uno de los mejores directores coreanos (cosa que se venía anunciando con sus anteriores películas como "Joheunnom nabbeunnom isanghannom" (2008), "Dalkomhan insaeng" (2005) y "Janghwa, Hongryeon" (2003), todos ejercicios de género, incluído este del cual estamos hablando) trabajando actualmente. Sin embargo, cuando la cinta se va acercando a lo genital, y como estamos en Corea y la película se estrena en Corea, no podemos mostrarlo, y aquí viene lo impresionante: la presencia de Lee desde atrás que viene a detener la acción depravada que está ocurriendo en un plano bellísimo donde la luz entra y vemos a nuestro personaje con un martillo en la mano (haciendo una clara referencia a "Oldeuboi" (2003) ) y podemos terminar ese nuevamente tenso momento que nos tenía preparados.

Creo que hay algo en mostrar la violencia tan crudamente en una cinta que no es estrictamente de terror (es casi tanto de terror como puede ser un policial, esto se asemeja más a un thriller de persecusión sin final) y se debe a que estamos viendo a dos monstruos con el mismo rostro, luchando, olvidando y mezclándose de manera indefinida debido a sus métodos de poder hacerle ver al otro quién es el que tiene la mejor mano en este juego diabólico. Son dos caras, dos rostros iguales (y no me refiero a que se parezcan, porque no se parecen), dos formas iguales de ver una forma en la cual la sociedad se ha educado: vemos representada la competencia, las ansias de ser legendario, de ser famoso por algo, de hacer algo importante, de la necesidad de parecer el héroe, de eliminar a los competidores, todas enfermedades de la sociedad capitalista en la cual hemos sido inculcados. ¿Qué otra cosa podemos esperar de una cinta en la cual uno de sus personajes tiene un amigo que come carne humana, la seca y la procesa como si fuera el mejor de los cortes? El hombre es el lobo del hombre dicen por ahí, y aquí, aunque se vuelve explícito, es cierto como mensaje para esta cinta.

Es una película que no es recomendada para la gente sensible, porque no tiene límites, es algo que está más allá del bien y el mal, sin considerar el fin de la venganza, no podemos más que sentir lástima ante la ejecución final. Y eso es algo que sólo puede hacer una de las mejores películas coreanas.

3 comentarios:

Sam Juliano dijo...

Jaimie, I haven't seen this film, but still applaud you for this remarkable essay. It's a compelling read, enthusiastic and ever-perceptive. And it's your own acknowledgment of Korean cinema's rise in worldwide cinematic circles.

Jaime Grijalba dijo...

I thought you saw "I Saw the Devil", Sam.

Sam Juliano dijo...

Yes I did see it. i am truly losing my mind as of late!