Rugido Musical, por Jaime Grijalba.
Ahh, monstruos de los años 50, no hay nada mejor que un buen tema para una espectacular blogathon, así que el blog Forgotten Classics of Yesteryear, se ha elegido ese tema para poder hablar y discutir. Recomiendo enormemente que vayan y visiten a todas las entradas de esta blogathon y estén atentos, que aún queda mucho para la próxima semana. Yo, por mi parte, me dedicaré a revisar un clásico del cine kaiju japonés, la primera película de Godzilla.
Pero voy a ser muy honesto. No soy un experto en Godzilla. Mi conocimiento se extiende desde esta película hasta "Gojira, Ebirâ, Mosura: Nankai no daiketto" (1966), en orden cronológico, es decir, aún no he visto otra versión de Godzilla más que la "seria" y "asustadiza" de esta versión, y la más amable y colorida que empieza a aparecer en "Kaijû daisensô" (1965). Por lo que puedo dejar que otras personas hablen mejor sobre su fanatismo por las aventuras de este monstruo gigante. Tomen a James Rolfe, mi adorado angry videogame nerd, cuando habla con pasión sobre esta película.
Pero hay algo de esta película que, al parecer, no mucha gente ha discutido y que provoca algo especial en mi: la banda sonora. Esta ha sido reeditada muchas veces para ser vendida, tanto en Japón, como en Estados Unidos, así que su calidad está probada, pero lo que me sucede es que al terminar una película de Toho de Godzilla, al pasar los días, con lo único que me quedo es con el tema principal (y a veces más canciones) de la banda sonora de estos monstruos gigantes. Eso, y los rugidos correspondientes.
Akira Ifikube es simplemente un genio, pudiendo hacer la banda sonora de muchas de las películas de Godzilla. Su trabajo es excepcional, simplemente hay una forma de describirlo: épico. La cantidad de tambores y sonidos retumbantes se asimilan con los movimientos pesados y ominosos que cubren la pantalla cuando Godzilla aparece por primera vez, o cuando se encuentra con los cables de alta tensión, todo queda supeditado maravillosamente a la música, que hay veces en que se traga a esta casi obra maestra del cine de catástrofe (a lo cual pertenece más que al cine B).
Basta con escuchar los primeros acordes de la canción de título de "Gojira" (1954) para darse cuenta uno que está ante algo más grande de lo que uno puede imaginar, algo que cambiará el rumbo de la historia del cine para siempre, las repeticiones de ese instrumento de viento grueso hacen de todo una armonía gruesa y enorme que da a entender al enorme monstruo al cual nos veremos enfrentados.
Akira Ifikube es simplemente un genio, pudiendo hacer la banda sonora de muchas de las películas de Godzilla. Su trabajo es excepcional, simplemente hay una forma de describirlo: épico. La cantidad de tambores y sonidos retumbantes se asimilan con los movimientos pesados y ominosos que cubren la pantalla cuando Godzilla aparece por primera vez, o cuando se encuentra con los cables de alta tensión, todo queda supeditado maravillosamente a la música, que hay veces en que se traga a esta casi obra maestra del cine de catástrofe (a lo cual pertenece más que al cine B).
Basta con escuchar los primeros acordes de la canción de título de "Gojira" (1954) para darse cuenta uno que está ante algo más grande de lo que uno puede imaginar, algo que cambiará el rumbo de la historia del cine para siempre, las repeticiones de ese instrumento de viento grueso hacen de todo una armonía gruesa y enorme que da a entender al enorme monstruo al cual nos veremos enfrentados.
Las bandas sonoras de películas posteriores de Godzilla son buenas, pero carecen de cierta tristeza que llena algunas de las canciones de esta banda sonora original, como es en el caso de la pieza que acompaña el hundimiento de los barcos al inicio de la historia: cuando aún no es seguro qué ha pasado, los rumores son muchos y no se puede hacer nada más que esperar.
Buena parte de la primera sección que se dedica a saber qué es lo que ha producido los accidentes, sucede en una isla japonesa, campesina y alejada del resto del Japón, donde las leyendas de hace siglos se mezclan con la realidad de lo nuclear, que hace que la imaginación se vuelva unas escenas simplemente espeluznantes, como el descubrir una huella gigante hasta la primera aparición de este ser prehistórico. La música que acompaña tanto a los aldeanos de esta isla (bastante folklórica y con una sensación a madera, arcaica), como la de esta última escena (que recuerda a otros filmes de monstruos de los años 50, pero norteamericanas) son fenomenales.
Entonces tenemos otras piezas que son más movidas, pero causan duda al escucharlas, pues se trata de una marcha militar, que fue lo que llevó a Japón a tener este problema al fin y al cabo. Se usa en todas las escenas de movimientos de tropas y resulta pegajosa... pero vaya que causa resquemor y eso indica inteligencia de parte del realizador y del compositor.
La primera entrada de Godzilla a una ciudad grande, en esta película, fácilmente puede ser considerado como uno de los mejores momentos de la historia del cine de siempre, y eso es algo que se debe en parte a esta pieza musical, que nos habla de algo que se prepara, algo que se siente como más grande que la película misma, y así todos conocemos a Godzilla sin nunca haber visto uno de sus filmes, porque su presencia va más allá de ser o no ser fanático de las películas de monstruos o de ver tipos con trajes de hule peleando y agarrándose. Es una influencia magistral e inconsciente desde que nacemos y se lo debemos en un 50% a esta pieza.
La destrucción de Godzilla (o del monstruo de turno) se ha vuelto algo ya clásico a estas alturas, pero nunca se ha visto y oído mejor que en esta película, y es por eso que es, hasta ahora, mi película favorita de las Godzilla que he visto. No hay nada más espeluznante que el lento avance de Godzilla con esta música.
Esta pieza es alarmante, casi como de la desesperación humana que no puede contra la enormidad de lo que está viviendo, lo anti-nuclear en su máxima expresión. Esos bronces con esas cuerdas hacen de la pieza algo simple, pero lleno de contenido.
Canalizando las dos bombas nucleares, "Gojira" (1954) logra su cometido mostrando los estragos dejados por Godzilla en la ciudad, derrumbes y heridos, muertos... todo con una canción triste que puede sonar sensiblera, pero que resulta como la calma después del huracán, y eso se agradece, es tener un espacio para descansar, pero a su vez, de ver y reflexionar sobre qué es lo que nos ha llevado a esto. Esta canción da a conocer la verdadera naturaleza de "Gojira" (1954) como película de desastres.
Ominoso, pero callado. Importante, pero escondido. Así se siente esta canción, como si algo enorme quisiera salir e ir más allá de lo que se escucha... y se condice con su título: el invento que va a derrotar finalmente a Godzilla está escondido y no quiere usarse. Su posibilidad como arma real hace que se mantenga así, pero es la gente la que lo pide, y aunque la codicio toma parte de los científicos y militares, todos sabemos cómo va a terminar todo.
A mucha gente le desagrada esta oración a los caídos que se nos presenta en este filme, pero yo encuentro que se trata de uno de los momentos más emotivos de la película. Ya todo está terminando... pero han habido tantos muertos que es imposible pensar que la muerte o derrota de Godzilla vaya a llevar algo de consuelo a nuestros corazones. Es una de las únicas películas en las que se siente que dentro de cada edificio destruído había gente viva, que muere y tiene que ser velada.
La muerte de Godzilla se siente rápida y triste. Como si fuera, justo a tiempo, pero a su vez fuera de su elemento. Como si nosotros, humanos, hubiéramos hecho trampa para poder derrotar a esta fuerza casi divina de destrucción. Por eso la música se siente triste, como si fuera la única opción, costó, pero pudo hacerse... pero no fue lo mejor.
Y llegamos al final, espero que les haya traído recuerdos. O si no, que les haya dado un poco de curiosidad.
9/10
CHICOS, RECUERDEN QUE MAÑANA EMPIEZA EL MES DE RICHARD KELLY Y QUE SU BLOGATHON EMPIEZA EL 15 DE AGOSTO.