Un poco tarde con respecto a las entradas anteriores, pero tengo que hacerla igualmente, la crítica de esta película es importante, aunque la haga de la peor manera posible tiene que salir antes de que sea la medianoche de este día miércoles. Sobre todo porque esta película es la favorita para ganar la mayor parte de los premios en esta ocasión y, puede que los merezca o no, para eso hay que esperar a ver qué es lo que opino sobre ella.
Pero hay un cierto tipo de películas que se ganan los aplausos de la gente de los Oscar y que siempre termina siendo nominada (y a veces, como será en este caso, ganando) y hablo específicamente de la película británica bien hecha, con excelentes actuaciones, de época y que habla sobre la realeza británica, conocida vulgarmente como la Royalty Porn, de la cual el ejemplo más claro y cercano es "The Queen" (2006) con Helen Mirren.
Pues bien, esta película está bien hecha y es correcta en todo sentido posible. Pero mientras cada uno de los elementos son pertinentes y bastante destacables con respecto a un esfuerzo más mediocre, no son sorprendentes, es decir, la fotografía es normal, la música no es sorprendente, los encuadres no son tremendamente significativos, aunque sí tienen mucho más contenido que la de otros nominados de este año. En ese sentido, hay más dirección de por medio, aunque sea bastante común.
Pero bueno, la historia. Esta historia forma parte de la historia, es decir, tiene personajes históricos diciendo diálogo ficticio y real, así que podemos decir que es una ficción histórica basada en registros y la vida real de personas de ese tiempo. Partimos con el Duque de York, interpretado de manera espléndida por Colin Firth, tratando de realizar un discurso al finalizar una carrera, pero no logra hacerlo debido a su tartamudeo infernal. Los tratamientos han fallado, así que su esposa decide recurrir a un profesional de problemas del habla, Lionel Logue (un Geoffrey Rush excelente), actor que lo llevará por el camino de la confianza en sí mismo para poder hablar.
La historia prosigue con la muerte de su padre, el Rey de Inglaterra, y la sucesión de su hermano, que se transforma en un rey bastante problemático para todos debido a su relación con una mujer divorciada en dos ocasiones y por su cercanía al régimen nazi de Alemania, en un tiempo en el cual la guerra podría estallar en cualquier momento. No es sólo Lionel, sino también Churchill quien le dice que él podría llegar a ser el rey de Inglaterra, pero sólo si puede superar su impedimento para hablar que lo meterá, sin duda, en varios problemas a lo largo de su carrera.
Finalmente, se trata de una película de un maestro y su aprendiz, sobre la relación que produce la confianza entre dos miembros de la escala socio-económica inglesa en sus dos extremos más opuestos. Es una historia de aprender a confiar en sus propias habilidades, en que con esfuerzo y ciertas mañas todo se puede lograr, incluso llegar a ser el Rey de Inglaterra. La verdad es que no me convence.
Hay millones de historias parecidas a esa y definitivamente no se encuentra entre mis favoritas. Sin embargo, no por eso voy a negar la enorme calidad que tiene cada uno de los elementos presentes: decoración, vestuario y por encima de todo eso actuación, sobre todo de Geoffrey Rush, que se roba la película con su interpretación como el hombre que ayuda al Rey, Lionel Logue, pues en cada momento en que se encontraba en pantalla, mi sonrisa aparecía.
La película es buena, pero no es una obra maestra, para nada. Es suficiente y merece la pena verla, podría asegurar que es muy buena, pero no es sorprendente y me da pena que una película que se defina así vaya a ganar el premio a la Mejor Película en los Oscar de este año junto al premio de Mejor Director, Mejor Banda Sonora, Mejor Actor Principal (para un brillante Colin Firth) y Mejor Guión Original.
8/10
Perdón por lo corta de la crítica, tenía que salir a tiempo y no pude escribirla antes.
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