Hay varias razones por las cuales el slasher es un género que existió y funcionó sólamente en fines de los años 70 y la mayor parte de la década de los 80. Era porque estábamos en los 70s y 80s, vivíamos en un mundo en el cual no cuestionábamos tanto las cosas como lo hacemos ahora, los únicos que estaban atentos a las atrocidades que cometían estas películas (pero que yo encuentro excelentes para discutir y comparar) eran los críticos oficiales y moralistas norteamericanos que consideraban estas películas un crimen misógeno contra el estado de la mujer.
Ahora que la igualdad con la mujer es algo a lo cual hemos estado más cerca que nunca, creo que una película como esta, donde manipula el espectador a sentir un aprecio por su asesino asqueroso que violenta a todos los personajes que son introducidos de manera sangrienta, y como un joven adolescente depresivo que acaba de escuchar su primer disco metal, le echa toda la culpa a la Iglesia, mostrando a curas como pedófilos, a monjas como calientes y a nuestro asesino quemando la foto del Papa Benedicto XVI. Pueril a mas no poder, esta película no tiene excusa para existir, aparte de dejar a los huérfanos como la peor escoria del planeta.
Mal, película, mal. Caca.
3/10
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