La saga de películas basadas en los videojuegos de Capcom, Resident Evil, ha llegado muy lejos, tal vez más lejos de lo que hubiera merecido llegar, pero si tenemos doce películas de Jason Vorhees, ocho de Freddy Krueger y diez de Michael Myers, no habría razón por la cual le podríamos denegar al menos ocho películas a la saga dedicada a referenciar una de las sagas más importantes e influyentes de videojuegos tan solo después de la saga de Final Fantasy, protagonizadas por la bellísima y siempre en forma Project Alice (interpretada por Milla Jovovich). La saga ha tenido sus desvíos, vericuetos, tramas, sub-tramas y personajes por doquier que vienen a pulular un mundo post-apocalíptico que no se asimila tanto a la tierra que cubre el mundo de los videojuegos de Resident Evil, sino que mas bien al cine clásico de zombies de Romero o los mundos post-destrucción de la raza humana como 'Soy Leyenda' o narrativas similares del mismo género, salvo que en esta ocasión, los zombies cubren la tierra no tan solos (y en esta película nos damos cuenta que ya los zombies no son tan importantes) sino acompañados de mutantes y monstruos salidos de las peores pesadillas y a veces de las mentes de los desarrolladores de los últimos videojuegos.
Durante los próximos días vamos a dar una cuenta regresiva por todas las películas de la saga, partiendo por este último capítulo y así hasta llegar a la primera película, a ver si hemos ido evolucionando o involucionando a través del tiempo, pero basta de los planes, vamos a la acción (ese debería ser el lema de esta serie de cintas, pero basta), vamos a criticar esta última película, que seguramente puede encontrar en cines en este preciso momento. La película en sí tiene muchos temas interesantes, tal vez los temas más importantes y complejos que ha tenido la serie en toda su historia, y sin duda que resulta reconfortante, de alguna manera, el que se quiera hablar de elementos complejos en una cinta blockbuster que generalmente sólo quiere atraer a gente y que se mantenga sentado en sus asientos consumiendo pop corn durante toda la extensión del filme. Obviamente, hablo de la discusión acerca de los dobles, los sentimientos y el propósito de la vida en un mundo acaecido bajo la melancolía de la muerte, un estado en el que el ser humano, podríamos decir, siempre se ha encontrado, pero que en la película se vuelve explícito por la presencia solitaria de paisajes vacíos, mecánicos, virtuales, desprovistos de la vida que indica la presencia de la muerte generalizada.
Con la presencia de actores con personajes semi conocidos de películas anteriores (siendo lo más impresionante la vuelta de Michelle Rodriguez en su papel en la primera Resident Evil, de la cual ya hablaremos a su tiempo), así como personajes de películas anteriores que aparecen para decir un par de líneas de diálogo, aparecer como otros personajes con otras actitudes, y así se viene moviendo la serie desde hace algún tiempo, salvo que ahora ha llegado a un nuevo nivel de comprensión sobre lo cual debe referenciar. Estas cintas siempre se han basado en los fanáticos de los videojuegos, cosa que ellos puedan llegar y apuntar a sus personajes o monstruos favoritos y ver qué tanto hay de ellos en la película, ahora este proceso resulta cansador, pues siempre que aparece un personaje de la serie original, pocas veces se condicen o al menos tienen actitudes similares (a veces ni siquiera se parecen tanto a menos que griten sus nombres), y el peor crimen en esta parte es tener a Barry Burton, clásico personaje del primer videojuego, y tenerlo como si fuera un soldado más, sin su indescriptible humor y su corpulenta figura... aparte de tener a un pésimo actor interpretándolo.
Sin embargo, tenemos unos cuantos aciertos que resultan interesantes, aunque sea por algunos segundos, como la presencia de una hermosa y fielmente interpretada Ada Wong, que está vestida y actuada de manera misteriosa, tal como transcurre en el videojuego original, y eso es algo que siempre tenemos que agradecer, y las escenas con ella son seguramente de lo mejor que nos tiene que ofrecer la película. Leon S. Kennedy hace su primera aparición en la cinta de manera muerta, con alguien que trata de parecerse a él, pero que finalmente da una interpretación pobre. Volviendo a lo que decía sobre los personajes, acá logra referenciar no sólo al videojuego, sino también al universo separado de los videojuegos que ha logrado crear Paul W.S. Anderson tanto como director y productor de las cintas de esta saga, poniendo nuevamente en escena a su versión de Jill Valentine y su personaje original Rain, interpretado por Michelle Rodriguez. Pero nuevamente, comete las mismas faltas que con los personajes de la serie, pues los vuelve irreconocibles al tratarse ya sea de clones o de mentes manipuladas, quitándole toda la nostalgia de verlos a una cuestión meramente visual, que puede resultar confuso para personas que no han visto todas las películas.
Sin embargo, para alguien puede resultar interesante (principalmente para los seguidores del Vulgar Auteurism) esa constante referencia a la imagen y a la personalidad, que parece ser un tema en esta cinta, pero que no juega directamente con la trama y las teorías que pasaban en mi cabeza. Se hace referencia a los clones de Alice, los cuales ya conocemos, pero también se nos informa de que hay clones de Carlos y Rain, personajes familiares de la saga, entonces entra la duda de si tal vez la primera y segunda película no fueron más que experimentos con clones que han sobrevivido más de lo que debían, pero nunca se pone la pregunta y eso queda en mi cabeza solamente, sin tener posibilidad de ponerse en pantalla y darle algo de metafísica discusión a la película, algo sustancial y no tan teórico como puede ser la discusión sobre los dobles. La película es visualmente correcta, y creo que Paul W.S. Anderson con los años ha podido aprender a crear imágenes lindas con colores interesantes, pero no por eso interesantes.
6/10
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